Identidad trans en primera persona
Trans Identity in first person
Gabriela Mansilla *
Mi nombre es Gabriela Mansilla y soy mamá de Luana, una niña transgénero que, a los 6 años de edad, logró que bajo la ley 26.743 el Estado reconociera su identidad autopercibida en su DNI sin instancia judicial a nivel mundial. Desde entonces, llevo casi 4 años dando charlas en universidades de todo el país, contando nuestra historia, intentando dejar un mensaje de amor por los niños y niñas trans. He escrito un libro: Yo nena, yo princesa. Luana, la niña que eligió su propio nombre, que fue declarado de interés cultural por el Senado de la Nación, es de lectura obligatoria en muchos institutos de formación docente a nivel inicial y primario y figura como bibliografía recomendada en el anexo 3 de la Ley de Educación Sexual Integral. He impulsado una campaña a nivel nacionalpor una infancia trans sin violencia ni discriminación. Intento que la sociedad entienda que los genitales no determinan la identidad de una persona, que uno es más allá del cuerpo, que la identidad de género es la vivencia interna e individual, y nada tiene que ver con la orientación sexual; que el rosa no hace niñas ni el celeste, varones; los colores son de todos, y por sobre todas las cosas, ser trans no es una elección, sino una construcción identitaria. La mejor manera de cambiar el promedio de vida de las personas trans y evitar el alto índice de suicidio es el acompañamiento familiar y la inclusión social. Para ello es necesario informarnos y perder el miedo, además de los prejuicios.
Tuve mellizos en 2007, me dijeron que eran varones, su genitalidad era masculina, y los crié como manda la cultura. Uno de ellos, antes del año y medio, tenía pesadillas, no dormía, se le caía el pelo; le hicieron estudios neurológicos, todo era emocional. A los dos años me dijo: “yo nena, yo princesa” y empezó a comunicarme de todas las maneras que no era un varón, que era una niña. Se ponía mis remeras, las usaba de vestidos, pedía para jugar muñecas y quería siempre ese color que todas las nenas usan, el que te indica la norma, el color rosa. A los 4 años se eligió un nombre, Luana, y me pidió que así la llamara, de lo contrario, no iba a contestar. Llegamos a la CHA (Comunidad Homosexual Argentina). La Lic. Valeria Pavan me dijo: “Dejala ser”. Y desde ahí empezamos a construir un camino por el que nadie había transitado antes. Todas las personas trans fueron niños y niñas pero no acompañados desde la infancia. Luana nos ha marcado un rumbo, un antes y un después, una realidad que siempre existió y no podemos seguir negando. Hoy presido una asociación civil que se llama “Infancias libres” y acompañamos a 30 familias en la misma situación. Tenemos mucho por delante, lograr el respeto por la identidad, evitando transformar ese cuerpo que molesta a la sociedad por no estar considerado apto. La identidad va más allá del cuerpo, la identidad es un derecho y por ese derecho luchamos todos los días. Por el derecho a SER, por la libertad de expresar lo que sentimos, por el respeto que cada persona merece. Por infancias libres.
No se nace en el cuerpo equivocado, no hay nada que corregir. Hay niñas con vagina y niñas con pene, hay varones con pene y varones con vagina, la identidad no pasa por los genitales. Niños y niñas trans tienen los mismos derechos, de nosotros depende.
Palabras clave:
Identidad, trans, Luana, niña transgenero, infancias libres
* Presidenta de la Asociación Civil Infancias Libres.
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