Embarazos en el aula. Cuando la maternidad/paternidad entran a la escuela
Pregnancies in the classroom. When motherhood and fatherhood enter schools
Jornada Intersocietaria: Embarazo adolescente hoy
Lic. Lucía Schiariti*
RESUMEN
Algunos adolescentes son madres o padres. Proponemos identificar algunas de las razones o motivaciones que influyen en que esto así sea, diferenciar las condiciones en las que viven esa situación; conocer el marco legal vigente y pensar qué podemos hacer los adultos, desde la escuela, para acompañarlos.
Palabras clave: Embarazo, adolescencia, derechos.
ABSTRACT
Some teenagers are mothers or fathers. We propose to identify some of the reasons or motivations that influence to make it so, to differentiate the conditions in which they live that situation; know the current legal framework and think about what adults can do, from school, to accompany them.
Key words: Pregnancy, adolescence, wrights.
Al empezar a pensar sobre estas cuestiones, nos preguntamos: ¿los embarazos son adolescentes?
Para ser exactos, deberíamos decir que no. Por eso, elegimos hablar de adolescentes embarazadas, adolescentes madres o padres. Pensamos así que, de este modo, el foco lo estamos poniendo en los sujetos, que son chicas y chicos, estudiantes. También son madres o padres que transitan esta condición en una etapa particular de la vida: la adolescencia. No todos los embarazos que se viven a esta edad son iguales ni se produjeron por los mismos motivos, o se continuaron por las mismas razones; así como tampoco se disfrutan o padecen por las mismas causas. Por estos, entre otros motivos, es que resulta más respetuoso, inclusivo y abarcativo no emplear el término adolescente como un adjetivo que caracterice a ese embarazo, maternidad/paternidad. Aunque este se transite a una misma edad, lo más probable es que se haga de diferentes maneras, con diferente “impacto” y con implicancias subjetivas diversas.
Adolescencias en plural
No hay un solo modo de ser adolescente. Parece una obviedad, pero las tendencias a generalizar los comportamientos redundan en homogeneizaciones totalizadoras1. Socialmente, suele pensarse la adolescencia como una etapa signada por las “crisis” y los cambios; pero es importante identificar la diversidad de experiencias, vivencias, recorridos, trayectorias que chicos y chicas pueden atravesar en ese momento de sus vidas. Hay gente que muchas veces sigue teniendo ciertos “ideales” o modelos esperables de aquello que se “debería hacer” o de cómo hacerlo en esta etapa de la vida. En otro momento de la historia, era habitual que las mujeres fueran madres a los 15, en la actualidad no es lo esperado. Ser madre o padre durante la adolescencia es alejarse de ese mandato, es complicarse (cuando no “arruinarse”) la vida. En ocasiones, las diferentes maneras de atravesar la adolescencia son vistas como desvíos (de ese “ideal” esperable) y como tales, son necesariamente un problema para todos/as.
Cabe señalar que las diferencias son un problema cuando devienen en desigualdades y es importante tener en cuenta que, en muchas situaciones, las condiciones de desigualdad son preexistentes al embarazo. No es el embarazo por sí mismo o el hecho de que suceda en la adolescencia lo que determina la reproducción de la pobreza, sino que los orígenes sociales se traducen en una situación de desigualdad de oportunidades. Algunas investigaciones2 señalan que la mayoría de las jóvenes que fueron madres a los 15 años ya no estaban estudiado al momento de quedar embarazadas. Considerando que la limitada escolarización es una variable que influye abiertamente en las posibles inserciones laborales y en el desarrollo de las potencialidades humanas, podemos afirmar que estas chicas estaban, desde antes del embarazo, en condiciones de desigualdad socioeconómica-cultural.
¿Por qué hay embarazos durante la adolescencia?
Es complejo dar una respuesta a este interrogante, ya que existen múltiples causales. Entre ellas, podemos incluir el fallo en el uso de métodos anticonceptivos (MAC), desconocimiento sobre su uso correcto, la existencia de mitos que permanecen vigentes (p. ej., “Como era la primera vez, creí que no me podía pasar”); ciertas creencias que podríamos llamar “pensamiento mágico” (p. ej., “No creí que me iba a pasar”); presiones de la pareja que impiden o dilatan el uso de los MAC y algunas decisiones personales (buscar un hijo, elegir tenerlo aunque no se lo hubiera planificado).
De acuerdo con la experiencia en la temática, podríamos decir que los embarazos “aparecen” cuando: no hay un proyecto de vida ideado o consolidado; por ejemplo, en escuelas artísticas y técnicas vemos menos situaciones de embarazo-maternidad-paternidad); hay decisión de formar una familia “propia” (consensuada –o no– con una pareja); no se identifican o no pueden sortearse los obstáculos en la adopción de medidas de cuidado (tanto cognitivos como socioculturales).
Entre estos obstáculos encontramos tanto las dificultades para comprender cómo funciona nuestro cuerpo, cómo actúan los MAC y, por ende, que ciertas “recomendaciones” no son solo consejos, sino que tienen que ver con ese funcionamiento que se desconoce. Por ejemplo, hemos sabido de chicas que creían que la pastilla anticonceptiva “tapaba” la trompa de Falopio para que no salga el óvulo, entonces la tomaban al momento de tener relaciones sexuales. Asimismo, las cuestiones culturales, los mitos, las “verdades” transmitidas por familiares y amigos, la propia experiencia, suelen tener más peso que la información que pueda brindarse, entonces ¿por qué “creer” que es necesario usar el preservativo cuando hace meses que se tiene sexo con la pareja y la chica no quedó embarazada? A esto debemos sumarle las relaciones desiguales de género, las presiones del grupo de pares, la influencia de los medios de comunicación y la “sexualidad esperable” que nos muestran insistentemente.
¿Qué pasa con la noticia del embarazo en la escuela?
Como en la vida social en general, las diferencias por género se hacen visibles. Si quien cuenta un embarazo en una estudiante mujer, tanto docentes como pares suelen decirle: “Te felicito”, “¡Qué lindo!, vamos a ser tíos”, “Te organizamos el baby shower”. Aunque también aparecen el “¿Y ahora qué vas a hacer?”, “Te quedaste sin adolescencia”.
En cambio, cuando son los varones los que inician el camino de la paternidad (o se enfrentan a la noticia de un embarazo) suelen demorarse un poco más en compartirlo, en hacerlo público, porque suelen decirles: “¿Estás seguro de que es tuyo?”, “Sos un gil”, “Te engancharon” y “Ahora vas a tener que ir a trabajar”. Más allá de las necesidades económicas particulares de cada familia, muchas veces parecería que la única manera de asumir una paternidad es “haciéndose cargo” de los gastos. Por supuesto que esta es una variable muy importante en la vida de muchos pibes y pibas que encaran estas situaciones, en las que de verdad es complejo conseguir el sustento para afrontar los nuevos gastos que conlleva la llegada de un/a bebé. Pero también nos habla de las representaciones y mandatos que la sociedad sigue imponiendo; las chicas, ocuparse de los cuidados y la crianza, aunque eso implique muchas veces dejar de estudiar, y los varones conseguir trabajo para poder mantener económicamente a esta nueva familia, lo que mayoritariamente significa abandonar la escuela.
¿Con quiénes hablan?
Para que un chico o una chica cuente en la escuela que hay un embarazo en curso (o la sospecha de) tienen que darse algunas particularidades: que haya adultos de confianza que puedan escuchar sin juzgar, que respeten sus derechos, que acompañen y no aconsejen. Esas condiciones pueden generar un vínculo que habilite la confianza suficiente para poder compartir lo que están atravesando. Luego, esos adultos deberán guiarse por el marco de derechos, conocer las leyes y resoluciones vigentes, saber cómo proceder, cómo sostener ese acompañamiento, con quiénes contactarse, cómo articular las intervenciones y con quiénes consultar, de ser necesario.
Normativas específicas
Tanto a nivel nacional como en la Ciudad de Buenos Aires, existen algunas leyes y resoluciones sobre esta temática que ordenan y dan un marco legal de referencia, que busca garantizar el derecho a la educación de estas/os chicas y chicos. Entre las más importantes, podemos mencionar:
- Leyes 709/01 y 5945/17 (CABA): establecen un régimen especial de inasistencias, lactancia y recuperación de aprendizajes para los períodos de ausentismo.
- Ley Nacional 25.584/02, art. 1º: prohíbe la adopción de acciones institucionales que impidan o perturben el inicio o prosecución normal de sus estudios.
- Ley Nacional 26.061/06, art. 17: establece la prohibición de discriminar por estas causas y el artículo 18 estipula medidas de protección integral para quienes atraviesan estas situaciones.
- Ley Nacional 26.206/06, art. 81: garantiza el acceso y permanencia en las instituciones escolares públicas y privadas.
- Ley Nacional 26.150/06 de Educación Sexual Integral: da un marco general para trabajar sobre la toma de decisiones autónoma, la adopción de medidas de cuidado, la presión del grupo de pares, las relaciones desiguales de género, para que los embarazos/maternidades y paternidades no aparezcan si no son parte de un proyecto.
El desafío más complejo
Si bien es muchísimo lo que se ha avanzado en las instituciones educativas en los últimos años para garantizar el derecho a la educación, para facilitar las condiciones de escolarización, para acompañar los momentos de incertidumbre, de dudas, de toma de decisiones, de comunicación (al propio entorno escolar, al ámbito familiar) también sigue habiendo algunas limitaciones o escollos que hacen más compleja la tarea.
Entre los más destacables, podemos incluir las resistencias de muchas personas adultas (directivos y docentes), que se materializan en miradas estigmatizantes (p. ej., “Qué podías esperar de esa chica”); quejas y reclamos (p. ej., “Lo hubiera pensado antes. Si ella se divirtió abriendo las piernas por qué yo ahora tengo que trabajar de más para darle un trabajo práctico”); “bajadas de línea” morales o sancionadoras (p. ej., “Ahora tenés que quedarte en tu casa y ocuparte de ese bebé como corresponde”); prejuicios y generalizaciones (p. ej., “Y claro, como todas, ahora viene a dar lástima con la panza…”); e incluso hasta malos tratos.
Como contracara, no solo existen las normativas mencionadas, sino también hay muchísimos docentes que escuchan, comprenden, acompañan y que se preocupan por hacerles saber a las/los adolescentes que no da lo mismo asistir o no a la escuela; que están pendientes y presentes y que son ellos los que hacen la diferencia.
BIBLIOGRAFÍA
- Fainsod, P. “Embarazo y maternidad adolescente en la escuela media”. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2006.
- Gogna, M.; Binstock, G.; Fernández, S.; Ibarlucia, I. y Zamberlin, N. “Embarazo dolescente en Argentina: Recomendaciones de política basada en la evidencia”. Reproductive Health Matters.2008:74-82
* Licenciada y Profesora en Ciencias de la Educación por la UBA.
Especialista en Educación Sexual Integral y en Programas Socioeducativos